lunes, marzo 30, 2009

Carta que me mandó un lector imaginario para ayudarme a escribir

Siéntese, querida. Prenda la computadora. Respire la paciencia de su Windows XP anciano y rengo. Abra el explorador. Inicie sesión.

Chequee los mails, todas las casillas. ¿Sin novedades? Entre a Facebook, haga algunos quizzes, pierda el tiempo en alguno de sus juegos favoritos. Vaya a su perfil. Nada. Nueva pestaña, entonces. Sin firmas nuevas en el flog, sin nuevas actualizaciones en el Google Reader. Nadie interesante conectado al MSN. Definitivamente no le quedan muchas opciones. O apaga la PC, o se pone a escribir.

Se pregunta qué. Y por qué. Quisiera tener algo que escribir. Algo nuevo que contar, de una forma nueva y buena. Con buen timing, desarrollo, personajes, y un final sorprendente. Pero todo lo que encuentra en su imaginación es un reciclaje desordenado de ideas viejas con olor a bombacha sucia. Indígnese. Escarbe en su interior de amante de las letras y tejedora de cuentos con punto de macramé. Algo tiene que haber. Algo tiene que encontrar.

Recuerde. Usted estaba llena de sueños. Un blog donde la dialéctica entre autor y narrador desdibujara un tercer elemento sintetizante y autónomo que reflejara su persona como la luna refleja la luz del Sol. Un sueño con cinco caras en cinco días, con cinco historias que se conocían, independientes y entrelazadas por la teoría de los seis grados de separación. ¿Qué ha hecho con ese sueño? Nada. Como con la mayoría de sus ideas, y su potencialidad, lo ahogó en el abandono cibernético y real. Hágase un favor, quiere. Deje de preguntarse a dónde van las horas que no disfruta. Deje de sonreir ante proyecciones futuras de un yo sin neurosis y con diez kilos menos. Si sigue soñando así, se pasará la vida en sueños. Vea, esto va con todo el amor que le tengo. Usted sabe que no le deseo mal alguno. Hágase el favor, préndase un pucho y piense. Dése cuenta que no es tan difícil. Usted ya lo ha hecho antes. Es sólo cosa de volver a empezar.

Si al fin y al cabo, usted ya sabe lo que quiere hacer. Sólo le falta hacerlo. Sea valiente, Porte. Yo confío en usted.