sábado, julio 23, 2011

Golpes, drogas y un viejo amante transmutado (parte I)

Hace siete meses que no tomaba cocaína.
Son las 8.30 de la mañana y aun no he dormido nada. Pasé una noche inolvidable con un amante antiguo que no he podido ni querido olvidar. Los viejos lectores probablemente lo recuerden de posteos del 2009. Mi primer amante hecho y derecho. Portador de una pija con la forma perfecta para que te haga el orto y la paciencia que comprende que al culo se lo abre, de a poco, y si se lo abre bien, termina tragándose lo que le metan. El primer hombre en regalarme un orgasmo anal. El primer amante estable y completo, lleno de perversiones que compartía y comparto, exploradas juntos. Nunca les conté sobre todo lo que hice con Jack (por ejemplo, nunca escribí acerca de nuestras visitas a Anchorena SW). Porque sí, de Jack se trata.


Recién, tratando de bajar la merca, recordé un consejo que me dio Jack hace dos años, luego de la primera vez que tomé milonga y lo llamé desde la calle al borde de un ataque de nervios y paranoia. Venia caminando sin parar haría unas 20 cuadras. Me pasó a buscar en el auto y paramos a unas cuadras de mi casa. Nos quedamos adentro del coche. Siempre aprecié mucho ese gesto suyo, de disponibilidad en caso se emergencia. Me dio un tiempo y un lugar para bajar un cambio, y desahogar la culpa, la cabeza y el mambo. Cuando me dejó en la puerta de mi casa, me dijo por la ventanilla: "Ahora, café con leche y a la cama".


Cuando empecé a escribir este post, estaba calentando la leche. Ahora ya estoy en la cama.


Anoche tenía ganas de hacer algo. Me invitaron a un par de planes pero ninguno me convencía. Chatié con León, ebrio (eran las 21hs y la noche ya perfilaba derrape). Se tomó solo el vino que le rechacé el jueves cuando fui a charlar. Y entonces algo en mi cerebro se iluminó: ya sé qué me gustaría hacer esta noche! Tomar cocaína.


Hacía mucho que decidí dejar, y de hecho dejé, pero últimamente ciertos deseos volvieron a aparecer.


León tiene un poco la culpa. Me dijo, antes de ser mi entrenador, que le calentaría obligarme a tomar merca. Y a mí también me calentó.


Pero anoche no la pasé con León, sino con Jack.


Y jugamos. Ese hermoso juego que hace rato no juego con León, por mambos propios, pero diferente.


Por primera vez, estuve del otro lado de la vara.

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