¿Qué onda, che?
¿Soy sólo yo, o acá falta olor a sexo?
Mucho amor, todo lo que quieran. Les agradezco que me banquen en mis añoranzas románticas, que son reales, y mucho me afectan. Pero este es un blog sobre sexo, vieja! Y hoy, mientras chateaba con una amiga, me di cuenta de algo.
Primero, que hoy es martes y tengo que postear.
Y segundo... ¿qué onda con los chongos?
¿Acaso están en huelga?
¿O simplemente son pelotudos?...
Sabrán disculpar la verborragia. Quienes frecuentan este túnel, saben que mis palabras suelen ser más sutiles y revestidas con encaje. Pero hoy estoy indignada. La abstinencia me afecta.
¿Tan difícil es para una porteña como una conseguirse un garche decente? ¿TAN difícil tiene que ser?...
Mis chongos habituales, de agenda, van para atrás. Hoy por hoy, sólo lo tengo a M., porque L. está enamoradito (y me encanta que sea feliz), e Y. no cuenta como chongo. Y M., como ya lo dije, es un cuelgue. Hay que andar persiguiéndolo para concretar algo. Que mensajito, que hablar por MSN, que llamarlo para vernos... en fin. Todo un trabajo para un polvo interesante, pero tampoco maravillosísimo...
Lo cierto es que hoy no tengo ni un chongo decente. Ni uno.
Vale aclarar que cuando digo "decente", no hablo sólo del que porta con esa erección tan rica y dura que no podés aguantarte las ganas de comértela. Hablo del que se pone las pilas para coger. Que llama, seduce, convence y erotiza con las ganas que tiene de darme masa por todos los agujeros que le habilite. Eso es un chongo que vale la pena. Uno que deje bien en claro las cosas, con las palabras y (fundamental) con los actos. Básicamente uno no-histérico.
A veces siento que a los hombres les da paja coger. Ni siquiera hablo del laburo previo que implica un levante. Digo que les da paja llamar, concretar una cita en una casa vacía, o ir al kiosco a comprar forros. ¿Qué onda?... ¡Media pila! No se trata de juntarse para estudiar estadística, o jugar al TEG. ¡Estamos hablando de sexo, man!...
Desde el garche con M. que no la pongo. Ya la abstinencia empieza a inquietarme las sábanas. De a poco volví a revisar la agenda a ver si desempolvo (nunca mejor dicho) algún viejo teléfono que pueda dar un fruto mínimamente interesante. Incluso cometí el gravísimo error de histeriquear con Y. por MSN. Gracias a Dios sigue siendo el mismo pelotudo de siempre, con lo cual a los diez minutos ya había ahogado toda mi libido, y me ahorró el trago amargo que hubiera significado abrirle mis piernas para satisfacer mi pulsión erótica. Es notable el talento de ese pibe para hundir sus probabilidades de volver a acostarse conmigo. Sólo tenía que tomarse un bondi, y la magia aparecería. Pero no. ¿Por qué? Porque le daba paja. Vaya paradoja.
En fin.
Hoy, sólo busco un tipo que me pueda mantener bien atendida, sin mayores complicaciones. Uno con el que canalizar mi apetito sexual un par de veces por semana.
¿Es mucho pedir...?
Mostrando entradas con la etiqueta M.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta M.. Mostrar todas las entradas
miércoles, agosto 12, 2015
Un amigo
Ya he dicho antes que M. no es exactamente un lúcido. En realidad no pasa por una cuestión de lucidez. Es más bien muy colgado. Y bastante incomprensible. Pero vayamos por partes.
Es imposible entender mi relación con M. si no se tiene en cuenta a F. F. es mi mejor amigo. Pero mejor amigo de verdad. Es uno de los hombres de mi vida, desde hace años, y seguirá siéndolo (ya sabe que será el padrino de mis hijos). Pero bueno, a través de F. lo conocí a M. Y nos hicimos grandes amigos. Somos como un trío de sitcom. Es por eso que es tan raro lo que tenemos M. y yo. Porque somos, de verdad, muy pero muy amigos. Amigos, que, ocasionalmente, también tiene muy buen sexo con amor. Pero que jamás hablan del tema.
Hace más o menos un año y medio que, por períodos, nos acompañamos en la cama. Sin motivos ni preguntas ni palabras. Sin nada más que buen sexo y cariños posteriores. De repente comienza a saludarme con un beso en los labios, y entiendo que estamos en una etapa erótica. Luego de algún tiempo (completamente arbitrario e indefinido), sin razón aparente, volvemos a la "normalidad". Aunque ya hace tanto que hacemos esto, que nada puede calificarse de normal.
Lo más loco es que never in the puta life hemos hablado del tema. Jamás. Nunca hubo un plateo de ninguno de los dos sobre "qué somos", "qué te pasa conmigo", o "hacia dónde vamos". Él mantiene riguroso silencio masculino. Yo me coso los labios porque así como estamos somos felices, y creo que cualquiera de estos planteos podrían arruinarnos completamente. Pero díganme la verdad... es raro esto, ¿no?
Admito que M. me derrite. Me encanta. Está tan, pero tan bueno. Es de esos pocos hombres que físicamente me vuelan el deseo. Cada vez que lo veo, lo primero que pienso es "Qué lindo que está!". Y en cima se viste muy bien. De modo que me compra sin pagar.
Me encanta poder desnudarlo y saborearlo lentamente. Como no es muy seguido, cuando se da disfruto cada bocado. Engullo su cuerpo como a un manjar sutil y aterciopelado. Abro los ojos de par en par, y lo veo, confirmando que sí es él, otra vez él, él que tanto me derrite y que tan pocas veces puedo devorar. Por eso aprovecho al máximo cada vez que puedo gozar de ese cuerpo erótico e inflamable.
Por algún motivo que quizás descubra con mi analista, no le había contado a M. que estaba de novia. Igual supongo que de algunas conversaciones con F. lo habrá entendido. Por ende, tampoco le conté cuando corté. Pero, asombrosamente, mientas estuve con N. no pasó nada entre nos. ¿Coincidencia? Quién sabe.
Lo cierto es que el otro día, tirados en mi cama, fumados, y con F. durmiendo al lado, simplemente lo agarré de la mano. Fue sólo eso. El mínimo contacto con su piel siempre me excita de manera vergonzosa. Instantáneamente comenzó a acariciarme la palma, lento, tanteando. Un hormiguero explotó entre mi entrepierna y mis dedos.
Lo miré.
Me miró.
Con sus ojos dijo "Yo también".
Y se abalanzó sobre mi cuerpo.
Es imposible entender mi relación con M. si no se tiene en cuenta a F. F. es mi mejor amigo. Pero mejor amigo de verdad. Es uno de los hombres de mi vida, desde hace años, y seguirá siéndolo (ya sabe que será el padrino de mis hijos). Pero bueno, a través de F. lo conocí a M. Y nos hicimos grandes amigos. Somos como un trío de sitcom. Es por eso que es tan raro lo que tenemos M. y yo. Porque somos, de verdad, muy pero muy amigos. Amigos, que, ocasionalmente, también tiene muy buen sexo con amor. Pero que jamás hablan del tema.
Hace más o menos un año y medio que, por períodos, nos acompañamos en la cama. Sin motivos ni preguntas ni palabras. Sin nada más que buen sexo y cariños posteriores. De repente comienza a saludarme con un beso en los labios, y entiendo que estamos en una etapa erótica. Luego de algún tiempo (completamente arbitrario e indefinido), sin razón aparente, volvemos a la "normalidad". Aunque ya hace tanto que hacemos esto, que nada puede calificarse de normal.
Lo más loco es que never in the puta life hemos hablado del tema. Jamás. Nunca hubo un plateo de ninguno de los dos sobre "qué somos", "qué te pasa conmigo", o "hacia dónde vamos". Él mantiene riguroso silencio masculino. Yo me coso los labios porque así como estamos somos felices, y creo que cualquiera de estos planteos podrían arruinarnos completamente. Pero díganme la verdad... es raro esto, ¿no?
Admito que M. me derrite. Me encanta. Está tan, pero tan bueno. Es de esos pocos hombres que físicamente me vuelan el deseo. Cada vez que lo veo, lo primero que pienso es "Qué lindo que está!". Y en cima se viste muy bien. De modo que me compra sin pagar.
Me encanta poder desnudarlo y saborearlo lentamente. Como no es muy seguido, cuando se da disfruto cada bocado. Engullo su cuerpo como a un manjar sutil y aterciopelado. Abro los ojos de par en par, y lo veo, confirmando que sí es él, otra vez él, él que tanto me derrite y que tan pocas veces puedo devorar. Por eso aprovecho al máximo cada vez que puedo gozar de ese cuerpo erótico e inflamable.
Por algún motivo que quizás descubra con mi analista, no le había contado a M. que estaba de novia. Igual supongo que de algunas conversaciones con F. lo habrá entendido. Por ende, tampoco le conté cuando corté. Pero, asombrosamente, mientas estuve con N. no pasó nada entre nos. ¿Coincidencia? Quién sabe.
Lo cierto es que el otro día, tirados en mi cama, fumados, y con F. durmiendo al lado, simplemente lo agarré de la mano. Fue sólo eso. El mínimo contacto con su piel siempre me excita de manera vergonzosa. Instantáneamente comenzó a acariciarme la palma, lento, tanteando. Un hormiguero explotó entre mi entrepierna y mis dedos.
Lo miré.
Me miró.
Con sus ojos dijo "Yo también".
Y se abalanzó sobre mi cuerpo.
Escrito por
Porteñita Secreta
25
comentarios

Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
M.,
Marihuana,
sexo con amor
Suscribirse a:
Entradas (Atom)