lunes, mayo 30, 2011

Primeras órdenes

Se conectó al chat de Facebook. Nunca se conecta al chat de Facebook. Quiere coger.


Qué hacés, cómo andás, che no te querés venir "a fumar"? No cené, compro empanadas y llevo. Acá quedó el vino que trajiste el otro día. Y traé unos chicles. ¿Cuáles? Beldent Infinit. De menta. No me bañé. Bañate acá. Yeah, right. Get moving.


Timbre, "Delivery" bromeé y bajó el (casi) cuarentón. Yo no tengo hambre. Podés bañarte mientras yo como. Dale.


Ducha, toallas, bombacha limpia. La otra se me había manchado - me indispuse camino a su casa. Un poco de mala suerte entre tanta expectativa. Elegí la tanguita negra. La tanguita negra siempre garpa. No sabía qué íbamos a hacer, pero sabía que tenía que garpar. Al menos mi bombacha.


Fumamos de mis flores, que cada día están mejor, y charlamos nimiedades importantes que olvidé completamente. Me enteré que iba a ser su primera vez también. Yo pensaba que, con todo el porno BDSM que dice haber visto, al menos una vez lo habría practicado. Pero no. Tan beginner como yo. Interesante.


Silencio. De pie y moviendo la mesa, "Tenés que elegir una palabra". Se retiró a la habitación. Quedé sola y nerviosa, incluso un poco asustada. ¿Cuál serviría mejor? En el sadomasquismo es clave tener una palabra de seguridad, para detener la acción cuando se va de control.


Volvió con algo parecido a una fusta de madera, finita, con una miniespátula al final. "Sakura" le dije. ¿Sakura? ¿Por qué? Es que es tan dulce y gentil, tan nada que ver con la violencia. Sakura, entonces.






Levantate.
Ponete en cuatro sobre el sillón.
Levantá el culo. Más. Más. Levantá el culo te digo, y un golpe seco. Duele.
Eso.
Bajate el pantalón hasta las rodillas.
Pude oírlo sonreir ante la tanguita negra.


Y golpeó. Y preguntó. Y volvió a golpear.
No disfruto los golpes. No me dan placer.
Pero tengo mucha tolerancia al dolor.
Y hay algo en la humillación que me viene bien.
Aguanto.
SNAP!
Grito.
¿Cuántos de esos pensás que podés aguantar?
Uno.
¿Uno?
SNAP!
Tienen que ser mínimo diez...




...uno en cada cachete.
Tenés un culo diseñado para ser azotado.
Gracias, amo.
Golpe.
Tenés que ganarte el decirme amo.


Diez golpes. Diez golpes dobles. Son veinte golpes.


Tenés que contarlos. En voz alta. Dos veces cada uno.
SNAP!
Grito.
...uno...
No te escuché.


SNAP!
UNO!
No tenés que gritar.


SNAP!
Uno...


Bien. SNAP!
Uno...


SNAP!
Dos...


SNAP!
Ay... dos...


Bien, muy bien.
SNAP!
Tres...








Hasta diez.


Podía sentir la sangre aglutinándoseme en el culo, moretoneándomelo.
Van a quedar marcas.


Sacate la ropa.
La tanga no.
Doblala bien.
Más rápido.
No me hagas esperar.
Sentate en el sillón.


Y se dispuso a decorarme las tetas con broches de ropa. De madera.
No duelen. Nada.
Sólo hipersensibilizan.
Incluso en la lengua.


Ahora date vuelta.


Y me empezó a hacer el orto.


No con la pija, con los dedos.


Paciente, sabiamente. Un tipo que sabe hacer el culo. Ningún amateur.


Me relaja, me tienta. Acaricia mis cachetes morados por sus golpes, supersensibilizados. Me excita. Recién ahora me excita.


El culo bien hecho es hermoso. Relajante y muy placentero.
Primero un dedo.
Después el otro.
Y fue el tercero.
Con él, mi orgasmo.




No cogimos.


No si a todo esto no se le llama coger.

2 comentarios:

The One Muppet dijo...

Fuerte!

La extrañaba Porteña; a todo este universo.
Un saludo!

Anónimo dijo...

Cómo me hiciste calentar. La dominación sobre un culo hecho para el disfrute es un placer que pocos conocen. Cuando él te nalguea no sos vos, sos tu culo. Ahora no puedo dejar de pensar en eso